23 feb 2013

Las hojas no caen, se sueltan...



Las hojas no caen, se sueltan...


Siempre me ha parecido espectacular la caída de una hoja.
Ahora, sin embargo, me doy cuenta que ninguna hoja ''se cae''
sino que llegado el escenario del otoño inicia la
danza maravillosa del soltarse.
Cada hoja que se suelta es una invitación a nuestra predisposición
al desprendimiento.
Las hojas no caen, se desprenden en un gesto supremo de generosidad y profundo de
sabiduría:
la hoja que no se aferra a la rama y se lanza al vacio del aire
sabe el latido profundo de una vida que esta siempre en movimiento y en actitud de
renovación.
La hoja que se suelta comprende y acepta el espacio vacío
dejado por ella es la matriz generosa que albergará el brote de una nueva hoja.
La coreografía de las hojas soltándose y abandonándose
a la sinfonía del viento traza un indecible canto de libertad y supone una interpretación 
constante y contundente
para todos y cada uno de los árboles humanos que somos nosotros.
Cada hoja al aire me esta susurrando al oído del alma
¡suéltate!, ¡entrégate!, ¡abandónate! y ¡confía!.
Cada hoja que se desata queda unida invisible y sutilmente.
a la brisa de su propia entrega y libertad.
Con este gesto la hoja realiza su mas impresionante movimiento
de creatividad ya que con el esta gestando el irrumpir  de una próxima primavera.
Reconozco y confieso públicamente, ante este público de hojas moviendose al compás del
aire de la mañana, que soy un árbol al que le cuesta soltar muchas de sus hojas.
Tengo miedo ante la incertidumbre del nuevo brote.
Me siento tan cómodo y seguro con estas hojas predecibles,
con estos hábitos perennes, con estas conductas fijadas, con estos pensamientos
arraigados, con este entorno ya conocido...
Quiero, en este tiempo, sumarme a esa sabiduría,
generosidad y belleza de las hojas que ''se dejan caer''.
Quiero lanzarme a este abismo otoñal que me sumerge
en un auténtico espacio de fe, confianza, esplendidez y donación.
Sé que cuando soy yo quien se suelta, desde su propia

conciencia y libertad, 
el desprenderse de la rama es mucho menos doloroso y mas hermoso.
Solo las hojas que se resisten, que niegan los obvio,
tendrán que ser arrancadas por un viento mucho más
agresivo e impetuoso y caerán al suelo por el peso de su propio dolor.

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